📅 29/04/2025
Juan 3, 7-15
¿Te sientes perdido, como si la vida te llevara sin rumbo? Este Evangelio es para ti. Jesús te habla del nuevo nacimiento que da sentido, paz y eternidad. Hoy puedes renacer en el Espíritu, ¡abre tu corazón!
Respira profundamente… Inhala el amor de Dios, exhala toda distracción. Repite tres veces en tu interior: "Ven, Espíritu Santo". Deja que tu corazón se calme. Ahora, deja que hable Dios.
Jesús revela a Nicodemo el misterio de nacer del Espíritu y alcanzar la vida eterna.
✨ Fragmento inspirador de "Yo Soy" – Concepción Cabrera de Armida “Yo soy el que abre la inteligencia para que penetres en mis misterios. Yo soy el que te da la fe para aceptarlos aunque no los comprendas del todo. Yo soy la Luz que guía tu alma y la eleva al cielo.”
Santísima Trinidad, misterio de amor, me presento ante Ti con humildad. Que tu Espíritu Santo abra mi mente y corazón para entender tu Palabra. Jesús, ilumíname; Padre, abrázame; Espíritu, transfórmame. Amén.
Evangelio según San Juan 3, 7-15 – Biblia de Jerusalén: 7 No te asombres de que te haya dicho que tenéis que nacer de nuevo. 8 El viento sopla donde quiere, y oyes su rumor, pero no sabes de dónde viene ni adónde va. Así es todo el que nace del Espíritu. 9 Preguntó Nicodemo: «¿Cómo puede ser eso?» 10 Jesús le respondió: «Tú, que eres maestro en Israel, ¿no sabes estas cosas? 11 En verdad, en verdad te digo que nosotros hablamos de lo que sabemos, y damos testimonio de lo que hemos visto, pero vosotros no aceptáis nuestro testimonio. 12 Si al deciros cosas de la tierra, no creéis, ¿cómo vais a creer si os hablo de las cosas del cielo? 13 Nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cielo: el Hijo del hombre. 14 Y, del mismo modo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, 15 para que todo el que crea tenga en él la vida eterna.»
Jesús dialoga con Nicodemo, fariseo y maestro de la ley. Le revela que para entrar en el Reino de Dios hay que nacer del Espíritu. El mensaje central es: la fe en el Hijo de Dios eleva, transforma y salva. 🕊️ Este pasaje es uno de los más teológicos y profundos del Evangelio de Juan. En él, Jesús introduce a Nicodemo —y a nosotros— en el misterio del nuevo nacimiento, no de carne, sino del Espíritu. Este nuevo nacimiento no es obra humana, sino don gratuito de Dios, y se manifiesta en una transformación interior que nos hace hijos del Reino. La imagen del viento —que no se ve pero se siente— expresa el obrar del Espíritu Santo: libre, misterioso, poderoso. Así es el que ha nacido del Espíritu. No sigue las lógicas humanas, sino la del cielo. Jesús confronta a Nicodemo: “¿Eres maestro en Israel y no sabes estas cosas?” Él, representante de la ley y la religión oficial, se ve superado por la verdad viva que Jesús encarna. Esta escena muestra que la fe no se reduce a saber religioso, sino a abrirse al don de Dios. El clímax del texto es el anuncio profético: “así tiene que ser elevado el Hijo del hombre”, anticipando su crucifixión. Jesús compara su ser “elevado” con la serpiente de bronce en el desierto (Nm 21), que salvaba a quienes la miraban con fe. Así también, mirar a Jesús crucificado con fe nos da vida eterna. Este texto contiene el núcleo del mensaje cristiano: la salvación es un regalo para quienes creen, no una recompensa por obras humanas. Nos invita a vivir desde el Espíritu, en fe y humildad.
Oración personal Señor Jesús, hoy escucho tus palabras como si fueran susurros en medio de mi confusión. Me hablas de nacer de nuevo, y siento cuánto lo necesito. Hay áreas en mi vida que están secas, oscuras, sin rumbo. Dame tu Espíritu. Creo, Señor, pero aumenta mi fe. Tú sabes cuántas veces he dudado, cuántas veces he buscado en otros lugares lo que solo Tú puedes darme. Hoy me rindo ante Ti. Gracias por ser elevado en la cruz por mí. Gracias por amarme hasta el extremo. Me acerco a Ti no con méritos, sino con sed. Sacia mi alma con tu vida eterna. Hazme nuevo, Jesús. Cambia mi corazón de piedra por uno sensible a tu Palabra. Que mi fe no sea de rutina, sino de encuentro. Hoy quiero nacer del Espíritu y vivir como hijo del Reino. Amén.
Silencio… imagina a Jesús crucificado. Mira sus ojos que te miran con amor. No digas nada, solo recibe. Deja que su Espíritu sople sobre ti y te renueve. Quédate así, en adoración, en entrega.
Hoy me comprometo a: Vivir como quien ha nacido del Espíritu, dejando atrás viejas actitudes, y abriendo mi jornada con oración. Mirar con fe a Jesús crucificado, especialmente en mis momentos de sufrimiento o confusión. Compartir esta Palabra con alguien que necesita esperanza, no como un experto, sino como testigo de que Dios transforma. Confiar en el Espíritu Santo, incluso cuando no entiendo todo; caminar como hijo de la luz.
Por los que no conocen a Cristo, para que el Espíritu Santo los lleve al nuevo nacimiento. Por los que se sienten secos o vacíos espiritualmente, para que encuentren vida eterna en Jesús. Por la Iglesia, para que sea testigo viva del Espíritu en medio del mundo. Por mí, para acoger con humildad y fe el llamado a renacer desde lo alto. Por quienes sufren, para que encuentren sentido y consuelo en el amor de Dios.
Gracias, Señor, por tu Palabra que renueva. Gracias por tu cruz, por tu amor sin medida. Gracias por invitarme a nacer de nuevo y caminar en tu luz. A Ti confío mi vida. Padre nuestro… 🌹 Virgen María, Madre del nuevo nacimiento, te entrego mi corazón para que lo formes como el de tu Hijo. Enséñame a vivir en el Espíritu. Dios te salve, María…
La hermenéutica de Juan 3, 7-15 debe abordarse desde el símbolo y la teología joánica. Jesús habla a Nicodemo con un lenguaje que descoloca al maestro de la Ley, introduciéndolo a una dimensión espiritual que rompe los esquemas religiosos formales. La expresión “nacer de nuevo” (gr. anōthen) implica tanto un nuevo comienzo como un nacimiento desde lo alto. En este texto, el uso del verbo “ser elevado” tiene una doble connotación: la crucifixión de Jesús y su glorificación. Este paralelismo con la serpiente de bronce (Nm 21, 4-9) revela cómo la fe en el Crucificado genera sanación y salvación. Desde la exégesis del Magisterio, el Catecismo (n. 683-684) enseña que solo el Espíritu revela quién es Cristo, y que nacer de nuevo implica entrar en la comunión trinitaria. Además, Juan Pablo II señala que esta perícopa habla del amor de Dios que salva por medio del don del Hijo. Según Croatto y Schökel, la lectura del texto bíblico no debe quedarse en el análisis literario, sino que debe suscitar una “relectura vital”. En este caso, el Evangelio no solo nos informa, sino que nos transforma, nos sitúa ante la decisión de creer o permanecer en la oscuridad.