📅 03/06/2025
Juan 17, 1-11
Hoy, Jesús nos enseña sobre la unidad y la santidad, valores esenciales para la vida cristiana. La intención clave es Santidad, buscando que vivamos consagrados a Dios y unidos en un solo corazón. Esta meditación nos invita a reflexionar sobre nuestro llamado a ser uno en el amor del Padre.
Te invito a cerrar los ojos y entrar en la intimidad de tu alma. Respira hondo, dejando atrás distracciones y preocupaciones. Siente la paz del Señor envolverte. Abre tu corazón y tu mente para recibir la Palabra viva que hoy quiere tocarte, iluminando tu camino hacia la unidad y la santidad.
Jesús ora por sus discípulos, pidiendo unidad y protección en el Padre.
«Yo soy el vínculo divino que une los corazones y santifica las almas. Mi deseo es hacerte uno conmigo y con todos en el amor del Padre» (Concepción Cabrera de Armida).
Santísima Trinidad, fuente de todo amor y unidad perfecta, hoy nos presentamos ante Ti sedientos de tu gracia. Abre nuestros oídos y corazones para escuchar tu Palabra y abrazar tu voluntad. Haznos partícipes de tu santidad y danos la fuerza para vivir en comunión fraterna y en fidelidad a tu llamado. Amén.
Evangelio según san Juan 17, 1-11: «Así habló Jesús, y dijo mirando al cielo: “Padre, ha llegado la hora; glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo te glorifique a ti. Y que, según el poder que le has dado sobre toda carne, conceda también vida eterna a todos los que tú le has dado. Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo. Yo te he glorificado en la tierra, llevando a cabo la obra que me encomendaste realizar. Ahora, Padre, glorifícame tú, junto a ti, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo existiese. He manifestado tu Nombre a los hombres que tú me has dado tomándolos del mundo. Tuyos eran y tú me los has dado; y han guardado tu palabra. Ahora ya saben que procede de ti todo lo que me has dado; porque las palabras que tú me diste se las he transmitido a ellos, y ellos las han aceptado y han creído que tú me has enviado. Por ellos ruego; no ruego por el mundo, sino por los que tú me has dado, porque son tuyos. Todo lo mío es tuyo y todo lo tuyo es mío; y mi gloria se ha manifestado en ellos. Yo ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo; yo voy a ti. Padre santo, cuida en tu nombre a todos los que me has dado, para que sean uno como nosotros”»
Nos encontramos en el corazón del discurso de despedida de Jesús, donde hace la llamada “Oración Sacerdotal”. Es un texto de profunda espiritualidad y unidad, característico del estilo literario de san Juan. Este pasaje es una súplica de Jesús al Padre en vísperas de su Pasión. Nos conmueve su profunda preocupación por la unidad y la santificación de sus discípulos. Cristo, al pedir que sean "uno como nosotros", revela que la unidad de la Iglesia es reflejo del amor trinitario. El Catecismo (n. 260) dice que toda la vida cristiana es comunión con cada una de las personas divinas. San Juan Pablo II nos recuerda que la unidad de los cristianos es un testimonio vivo para el mundo (Ut Unum Sint, 9). La santidad es otro eje esencial: Jesús pide que sus discípulos permanezcan fieles y protegidos del mal. Este mandato se relaciona con Levítico 20, 26: “Sed santos porque yo, el Señor, soy santo”. Preguntas para meditar: ¿Cómo estoy viviendo la unidad con mis hermanos en la fe? ¿Es mi vida un reflejo visible de la santidad a la que me llama Jesús? ¿Qué barreras internas debo derribar para vivir una comunión más plena?
Señor Jesús, gracias por interceder por nosotros ante el Padre. Te alabo por tu amor fiel y por tu deseo de que vivamos unidos y santificados. Ayúdame a perseverar en la fe, a ser un testigo de tu amor y a buscar la unidad y la paz en mi entorno. Te ofrezco mis esfuerzos, mis caídas y mis triunfos. Todo lo entrego para gloria tuya y de tu Iglesia. Amén.
Mira a Jesús elevando su mirada al cielo, en diálogo íntimo con el Padre. Siente cómo su oración te envuelve, como si pronunciara tu nombre. Permanece en silencio, dejando que la certeza de ser amado y protegido por Dios inunde tu corazón. Quédate ahí… en su paz.
Hoy me propongo: 1️⃣ Personal: Revisar mi actitud hacia quienes me rodean, buscando ser puente de unidad en mi entorno. 2️⃣ Familiar/Comunitario: Organizar o participar en una actividad que promueva la comunión y la reconciliación en mi comunidad. Examen de conciencia: ¿He causado divisiones o he sanado heridas? ¿Promuevo la unidad o soy fuente de conflictos?
1️⃣ Por la unidad de la Iglesia, para que seamos un solo cuerpo y un solo espíritu en Cristo. 2️⃣ Por los líderes de la Iglesia, para que guíen con sabiduría y amor. 3️⃣ Por las familias divididas, para que encuentren caminos de reconciliación. 4️⃣ Por quienes viven en soledad, para que experimenten la comunión de la Iglesia. 5️⃣ Por nosotros, para que crezcamos en santidad y unidad día tras día.
Gracias, Trinidad Santísima, por regalarnos esta jornada de oración. Te ofrecemos nuestras vidas y nuestros anhelos de unidad. Rezamos juntos: Padre Nuestro… Virgen María, Madre de la Unidad, te consagramos nuestras intenciones: acompáñanos y enséñanos a ser uno en Cristo. Amén. Ave María…