📅 11/06/2025
Mateo 5, 17-19
En este día, la Palabra nos invita a redescubrir la fidelidad a la voluntad divina contenida en la Ley y los Profetas. Bajo la intención Discernimiento, meditamos cómo Jesús no anula, sino lleva a plenitud la revelación de Dios, enseñándonos a vivir con autenticidad y profundidad espiritual.
Silencia tu mente, respira con calma… Imagina que te sientas a los pies del Maestro en la ladera del monte. Hoy, Jesús te hablará directamente al corazón. Dispuesto a recibir su enseñanza, abre tu alma al Espíritu Santo. Que su luz ilumine tu entendimiento y encienda tu deseo de vivir conforme a su Palabra.
Jesús afirma que no ha venido a abolir la Ley, sino a darle plenitud.
“No vine a destruir, sino a consumar. Yo Soy la plenitud de toda Ley; en Mí encuentra la humanidad su cumplimiento.” (Yo Soy, Concepción Cabrera de Armida)
Trinidad Santísima, origen y fin de toda Verdad, hoy venimos a tu presencia con humildad. Padre, que nos diste tu Ley por amor, ayúdanos a comprenderla con sabiduría. Hijo, Palabra viva, enséñanos a vivir conforme a tu Evangelio. Espíritu Santo, guía nuestro discernimiento para ser fieles a tu voluntad. Amén.
Evangelio según San Mateo 5, 17-19 (Biblia de Jerusalén) 17 «No penséis que he venido a abolir la Ley y los Profetas. No he venido a abolirlos, sino a darles cumplimiento. 18 Os aseguro que, mientras duren el cielo y la tierra, no dejará de estar vigente ni una i ni una tilde de la ley hasta que todo suceda. 19 Por tanto, el que no dé importancia a uno de estos mandamientos más pequeños y así lo enseñe a los hombres, será el más pequeño en el Reino de los Cielos; en cambio, el que los observe y los enseñe, ése será grande en el Reino de los Cielos»BIBLIA DE JERUSALEN CUA…. Contexto: Este pasaje forma parte del Sermón del Monte, género didáctico y sapiencial, donde Jesús enseña los principios del Reino con autoridad. Se dirige a una audiencia judía, vinculando su mensaje con la continuidad y plenitud de la Ley mosaica.
Jesús no anula la Ley, sino que la lleva a su cumplimiento. En Él, cada mandamiento cobra su verdadero sentido, liberado de la rigidez legalista. Su enseñanza no reemplaza la Torá, la trasciende en profundidad, interioridad y amor. El cristiano no está exento de obedecer, sino llamado a vivir en plenitud la voluntad del Padre. Como afirma el Catecismo de la Iglesia Católica: “Jesús dio cumplimiento a la Ley... al darle su interpretación definitiva: ‘en el Sermón del Monte’” (CEC 577-582). San Agustín nos recuerda que “la gracia no destruye la ley, la perfecciona por el amor”. Jesús invita a un nuevo modo de cumplir la Ley: no por temor ni mera obligación, sino desde una libertad interior guiada por el amor. No se trata de eliminar preceptos, sino de encarnar el espíritu de la Ley en las obras y el corazón. ¿Vivo mis decisiones como expresión del cumplimiento amoroso de la voluntad de Dios? ¿Transmito a otros la fe con coherencia o relativismo? ¿Qué preceptos considero pequeños o innecesarios y los descuido?
Señor Jesús, Maestro fiel, gracias por tu Palabra que no pasa, por tu enseñanza que da vida. Hoy me presento ante Ti con el deseo sincero de vivir en tu verdad. Ilumina mi entendimiento para discernir lo esencial. Renueva mi corazón para amar tu voluntad. Ayúdame a enseñar con el ejemplo, siendo testigo fiel de tu Reino. Quiero ser pequeño ante el mundo, pero grande ante tus ojos. Amén.
Contempla una antigua Torá desplegada… ahora imagina que en ella, Jesús escribe con su dedo de luz la palabra AMOR. Todo se ordena, se cumple, se revela. Quédate en silencio… deja que esa luz penetre en ti. Siente la paz de saber que la voluntad de Dios no es peso, sino plenitud.
Personal: Hoy revisaré si cumplo con fidelidad incluso los mandamientos “pequeños” en mi vida diaria, como la caridad, la sinceridad o la paciencia. Familiar o comunitario: Me comprometo a enseñar con amor y ejemplo los valores del Evangelio, especialmente a mis hijos o hermanos en la fe. Examen: ¿Estoy relativizando mandatos evangélicos por comodidad? ¿Mi enseñanza —verbal o con el ejemplo— refleja el Evangelio?
Por la Iglesia, para que sea fiel custodio y maestra del Evangelio. Por los maestros, catequistas y padres de familia, para que enseñen con verdad y caridad. Por quienes interpretan la fe según su conveniencia, que el Espíritu les conduzca a la verdad plena. Por los jóvenes que buscan dirección, para que encuentren en Cristo el camino. Por cada uno de nosotros, para vivir con coherencia la Palabra de Dios.
Gracias, Señor, por tu Palabra viva que revela el corazón del Padre. Hoy nos consagramos a Ti para vivir en fidelidad. Padre Nuestro… Virgen María, fiel servidora del Señor, enséñanos a acoger y guardar la Palabra como tú lo hiciste. Dios te salve, María…