📅 19/08/2025
Mateo 19, 23-30
Jesús nos recuerda que en la búsqueda de seguridad, Él está ofreciendo plenitud eterna. Si sientes incertidumbre económica o miedo al futuro, esta Palabra es una brújula que orienta tu corazón hacia lo que permanece y una fuerza que sostiene tu esperanza más allá de lo material.
Antes de comenzar, coloca tus pies firmes en el suelo y respira profundamente tres veces… El Señor está aquí, real y presente, más cercano que tu propio aliento… No necesitas tener todo resuelto ni orar “perfectamente” para encontrarte con Él… Ven como eres, con tus miedos, anhelos y gratitudes, y deja que esta Palabra te hable al corazón.
El Reino se abre a quienes se vacían de sí para llenarse de Dios.
Yo soy tu Tesoro eterno… no temas perder lo que no puede salvarte… Si me eliges por encima de todo, te daré un gozo que nada ni nadie podrá arrebatarte.
Padre amado, en el nombre de Jesús y con la fuerza del Espíritu Santo, vengo hoy reconociendo que muchas veces busco seguridad en lo que se puede perder. Necesito tu luz para poner mi confianza solo en Ti. Derrama en mí la gracia de despojarme de lo que me impide seguirte con libertad. María, Madre fiel, acompáñame en este camino de desprendimiento y enséñame a guardar en el corazón las promesas de tu Hijo. Amén.
"Jesús dijo entonces a sus discípulos: 'Les aseguro que difícilmente un rico entrará en el Reino de los Cielos. Sí, les repito, es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de Dios'. Al oír esto, los discípulos, asombrados, dijeron: 'Entonces, ¿quién podrá salvarse?'. Jesús, mirándolos fijamente, dijo: 'Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible'. Entonces Pedro, tomando la palabra, le dijo: 'Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido; ¿qué recibiremos, pues?'. Jesús les dijo: 'Les aseguro que ustedes, que me han seguido, cuando el Hijo del Hombre se siente en su trono de gloria, se sentarán también ustedes en doce tronos para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo el que por mí haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o tierras, recibirá cien veces más y heredará la vida eterna. Muchos primeros serán últimos, y muchos últimos, primeros'."
Este pasaje pertenece al Evangelio de Mateo, en la sección de enseñanzas sobre el discipulado. La imagen del “camello y el ojo de la aguja” es una hipérbole semita para señalar una dificultad extrema. Jesús no condena la riqueza en sí, sino la falsa seguridad que produce. Pedro representa la voz de los discípulos que han dejado todo, buscando confirmar la recompensa prometida. La promesa de Jesús incluye tanto la vida eterna como una “cien veces más” en comunidad y gracia. El género es narrativo con discurso directo, destacando la inversión de valores del Reino: primeros y últimos intercambian su lugar. ¿En qué área de tu vida necesitas especialmente esta Palabra? Tal vez en tus finanzas, tus proyectos o relaciones. Jesús hoy te mira “fijamente” como a los discípulos, recordándote que tu seguridad última no está en tu cuenta bancaria, posición laboral o red de contactos, sino en el amor incondicional del Padre. Si esta verdad te produce inquietud, es normal: desprenderse de apoyos humanos para descansar en Dios es un salto de fe. Pregúntate: ¿qué miedos o esperanzas toca en ti este mensaje? Quizás temes no tener suficiente, o crees que si sueltas algo valioso perderás tu identidad. Pero Jesús promete que cualquier renuncia por amor a Él se transforma en abundancia de vida y alegría verdadera. Si eres joven, puede significar confiarle tu futuro profesional; si eres padre o madre, quizá sea poner su Reino en el centro de tu hogar; si eres mayor, tal vez se trate de entregar tu historia y salud en sus manos. Hoy Dios te llama a crecer en libertad interior, sabiendo que “para Dios todo es posible” y que en Su economía divina, lo que entregas por amor se multiplica eternamente.
Jesús, cuando leo esto me doy cuenta de que muchas veces confío más en mis recursos que en tu providencia… A veces me cuesta soltar mis planes y mi seguridad material… Te agradezco porque me recuerdas que para Dios todo es posible y que tu mirada no me juzga, sino que me invita… Te pido que fortalezcas mi fe para no aferrarme a lo que se acaba… Te ofrezco mis miedos, mis bienes y mis afectos, para que tú los ordenes y los llenes de sentido… Enséñame a vivir con las manos abiertas, confiando en tu promesa de vida eterna. Amén.
Imagínate en el camino con los discípulos… ve a Jesús detenerse, mirarte fijamente y sonreír… escucha su voz serena diciendo: “Para Dios todo es posible”… siente la paz que trae esa certeza, como un abrazo que llega al alma… deja que su amor desate tus nudos interiores… no necesitas palabras… solo recibe la libertad de saber que nada puede separarte de Él.
Hoy daré un pequeño paso de desprendimiento: revisaré un objeto, hábito o gasto que no necesito y lo ofreceré a alguien que lo requiera. En casa, cultivaré la gratitud por lo que ya tenemos, evitando quejas materiales. Como comunidad, apoyaremos una causa que ayude a personas en necesidad. Al final del día me preguntaré: “¿He confiado hoy más en Dios que en mis recursos?”
Por la Iglesia y sus pastores, para que anuncien con valentía la libertad del Evangelio. Por el mundo y sus gobernantes, para que promuevan la justicia y la equidad. Por quienes sufren pobreza o exclusión, para que encuentren ayuda y dignidad. Por nuestra comunidad, para que viva el desprendimiento con alegría. Por quienes sienten que es difícil seguir a Jesús, para que experimenten que con Dios todo es posible.
Gracias, Señor, por recordarme que en Ti está mi verdadera riqueza. Quiero vivir cada día confiando en tu promesa. Te ofrezco mi vida entera diciendo: “Padre nuestro…”. María, Madre de confianza plena, me consagro a ti para que me guíes hacia tu Hijo. Bajo tu amparo y ternura rezo: “Dios te salve, María…”. Amén.
1. Contexto histórico-literario Este pasaje se ubica tras el encuentro de Jesús con el joven rico (Mt 19, 16-22), donde el apego a los bienes materiales impidió seguir al Maestro. Mateo escribe a una comunidad judeocristiana que enfrenta la tensión entre las promesas del Reino y las seguridades terrenales. El género combina narración y discurso, subrayando el carácter radical del seguimiento. La frase sobre “primeros y últimos” encuadra el sentido de justicia divina que invierte los criterios humanos. 2. Exégesis lingüística y simbólica La imagen del “camello” (kámēlos) y el “ojo de la aguja” (trýpēma rhaphís) es un recurso hiperbólico para expresar imposibilidad. La riqueza simboliza no solo bienes materiales, sino toda forma de autosuficiencia que desplaza a Dios del centro. La mirada de Jesús (emblepō) implica atención profunda y amorosa. El número “cien veces más” evoca plenitud y sobreabundancia divina. 3. Interpretación patrística y magisterial San Juan Crisóstomo explica que Jesús no prohíbe tener bienes, sino ser esclavo de ellos. San Agustín señala que “no es malo poseer, sino ser poseído por lo que se tiene”. El Catecismo (n. 2544) enseña que el desapego es condición para entrar en el Reino. Gaudium et Spes (n. 69) recuerda que los bienes de la tierra están destinados a todos, y el discípulo está llamado a administrarlos con justicia y caridad. Litúrgicamente, este texto aparece en el Tiempo Ordinario para confrontar nuestra vida con las exigencias del Evangelio. 4. Aplicación pastoral contemporánea En un mundo que mide el éxito por el tener, este pasaje ilumina el valor de la libertad interior. Para un joven profesional, significa poner la ética por encima de la ambición. Para una familia, implica educar en la generosidad y la confianza en Dios. En contextos de crisis económica, recuerda que la esperanza no se funda en el mercado, sino en la providencia divina. La pregunta “¿Cómo puedo vivir hoy esta Palabra en mi realidad concreta?” desafía a cada creyente a revisar su relación con lo material. “¿Qué aspecto de este texto me resulta más desafiante?” nos confronta con nuestro propio apego. Y “¿Qué me enseña sobre el corazón de Dios?” revela un amor que desea liberarnos para que vivamos plenamente.