📅 09/08/2025
Mateo 17, 14-20
Hoy Jesús cura y fortalece la fe que en nuestras dudas cotidianas nos paraliza. Él está presente para levantarnos. Si sientes que tus esfuerzos parecen inútiles o tu fe es pequeña, esta Palabra es bálsamo y fuerza para creer que nada es imposible para Dios.
Antes de comenzar, siéntate cómodamente, cierra los ojos y respira profundamente tres veces… Dios ya está aquí, mirándote con amor. No necesitas esconder tus luchas ni aparentar fuerza: ven tal como estás. Deja que su presencia te envuelva y prepara tu corazón para encontrarte con su Palabra viva.
Jesús que calma el miedo y enseña a creer en medio de la tormenta interior.
“Yo soy tu fe cuando todo parece perdido… te sostengo cuando tus fuerzas flaquean… confía en mí y verás montañas moverse delante de ti.”
Padre amado, Hijo sanador, Espíritu Santo consolador, vengo a Ti reconociendo mi necesidad. Mi fe a veces es débil, mis miedos grandes y mi confianza pequeña. Hoy quiero escucharte, dejar que tu voz me devuelva la paz. Jesús, aumenta mi fe y enséñame a confiar en tu poder. Espíritu Santo, guíame a comprender tu mensaje. Madre María, acompáñame para guardar esta Palabra en mi corazón y vivirla con amor. Amén.
“En aquel tiempo, un hombre se acercó a Jesús, se arrodilló ante él y le dijo: —Señor, ten compasión de mi hijo; está loco y sufre terriblemente. Muchas veces cae en el fuego o en el agua. Lo llevé a tus discípulos, pero no pudieron curarlo. Jesús les contestó: —¡Gente sin fe y perversa! ¿Hasta cuándo tendré que estar con ustedes? ¿Hasta cuándo tendré que soportarlos? Tráiganmelo. Jesús reprendió al demonio, que salió del muchacho, y éste quedó curado desde aquel momento. Los discípulos se acercaron a Jesús aparte y le dijeron: —¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo? Él les contestó: —Porque les falta fe. Les aseguro que, si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: “Muévete de aquí allá”, y se movería; nada les sería imposible.” (Biblia de Jerusalén)
Este relato muestra la impotencia de los discípulos frente a un mal que solo Jesús puede expulsar. El padre del niño representa la humanidad necesitada de compasión divina. La “falta de fe” alude no solo a incredulidad, sino a una confianza debilitada por el miedo. Jesús enseña que la fe, aunque pequeña como un grano de mostaza, puede mover montañas. Mateo enfatiza que la verdadera autoridad sobre el mal proviene de la unión con Cristo y la confianza en su poder, no de habilidades humanas. Este pasaje invita a la comunidad cristiana a depender más de Dios que de sí misma. Hoy Jesús te invita a mirarte con verdad: ¿hay áreas de tu vida donde sientes que tus esfuerzos no bastan? Quizás has intentado sanar una relación, superar un vicio o enfrentar un dolor sin ver cambios. Como los discípulos, puedes sentirte incapaz. Jesús te recuerda que no es cuestión de tamaño de fe, sino de a quién diriges tu confianza. Un grano de mostaza parece insignificante, pero está lleno de vida y crecimiento. Tu fe, aunque pequeña, puede desatar el poder de Dios si la pones en sus manos. Imagina tus “montañas”: miedos, enfermedades, heridas, imposibles. Jesús dice que con fe pueden moverse. No te pide hazañas heroicas, solo dar el paso de creer, aunque tiemble tu corazón. Hoy puedes decir: “Señor, aumenta mi fe”. Él se acercará, reprenderá todo mal y te mostrará que nada es imposible para quien confía en Él.
Jesús, cuando leo esto me doy cuenta de que muchas veces me siento impotente frente a los problemas. A veces me cuesta creer que Tú puedas cambiar lo que parece imposible. Te agradezco porque me recuerdas que la fe, aunque pequeña, tiene fuerza cuando está puesta en Ti. Te pido que fortalezcas mi confianza, que me ayudes a no dudar de tu poder. Te ofrezco mis miedos, mis luchas, las montañas que no sé mover. Tómalas, Señor, y enséñame a caminar creyendo que nada es imposible para ti. Amén.
Imagínate en la escena: ves al niño sufrir, al padre suplicar y a Jesús acercarse con ternura. Escucha el silencio antes de que su palabra libere al niño. Siente la paz que invade tu corazón al ver cómo todo cambia. Deja que su amor toque tus propias heridas… no necesitas palabras… solo recibe la certeza de que Él sana y fortalece tu fe.
Gesto personal: Repetir durante el día: “Señor, confío en ti” ante cualquier preocupación. Actitud familiar: Escuchar con paciencia a un miembro de mi familia que necesite apoyo. Intención comunitaria: Orar por personas que viven sin esperanza, para que descubran la fuerza de la fe. Examen nocturno: Preguntarme: ¿En qué momento de hoy confié más en mis fuerzas que en Jesús? ¿Cómo puedo crecer en fe mañana?
Por la Iglesia y sus pastores, para que guíen con fe firme y humilde. Por los gobernantes, para que tomen decisiones inspiradas por la justicia y la compasión. Por quienes sufren enfermedades físicas y espirituales, para que experimenten la sanación de Cristo. Por nuestra comunidad local, para que crezca en confianza en Dios y solidaridad fraterna. Por quienes sienten que su fe es pequeña, para que descubran que con Jesús nada es imposible.
Gracias, Señor Jesús, por enseñarme que tu poder se manifiesta en la fe sencilla. Rezamos juntos el Padrenuestro, confiando en tu voluntad perfecta. Madre María, te consagro mi corazón para que me guíes a creer como tú creíste, firme y confiada en el amor del Padre. Te saludo con un Avemaría, pidiendo tu intercesión para vivir cada día unido a Cristo. Amén.
Contexto histórico-literario: Este pasaje ocurre tras la Transfiguración, mostrando el contraste entre la gloria del monte y la impotencia de los discípulos ante el mal. Mateo escribe para una comunidad que enfrenta desafíos internos y persecuciones, necesitada de fe viva. El género es narrativo con diálogo catequético, diseñado para enseñar a la Iglesia a depender de Jesús. Exégesis lingüística y simbólica: “Loco” (σεληνιάζεται) sugiere una afección física o espiritual interpretada como posesión. “Grano de mostaza” es símbolo de lo pequeño con potencial inmenso. “Mover montañas” es un hebraísmo que significa superar lo imposible. Mateo destaca que la autoridad sobre el mal se sostiene en la fe y la oración (añadido en variantes manuscritas). Interpretación patrística y magisterial: San Juan Crisóstomo afirma que la fe es poder divino en nosotros: “No son tus fuerzas las que mueven montañas, sino la fuerza de Dios en tu fe.” San Agustín interpreta que el demonio representa dificultades de la vida que solo Cristo puede expulsar. El Catecismo (n. 2610) enseña que “la oración viva de fe puede hacer todo.” En la liturgia, este texto anima a perseverar en la confianza. Aplicación pastoral contemporánea: Hoy muchos sienten impotencia ante males como adicciones, enfermedades mentales, conflictos familiares. Este pasaje llama a no desesperar. Para padres, recuerda que Jesús escucha sus súplicas por los hijos. Para jóvenes, enseña que la fe no necesita grandeza externa sino sinceridad. Para líderes, muestra que la misión no depende de técnicas, sino de comunión con Cristo. Ante la duda, la oración humilde y perseverante abre puertas.