📅 26/04/2025
Marcos 16, 9-15
¿Dudas del poder de Dios en medio de tus pruebas? Hoy, Jesús te llama, te consuela y te envía. Esta Lectio es para ti que necesitas fortalecer tu fe y renovar tu misión.
Haz una pausa. Respira lentamente tres veces. Con cada respiración, abandona una preocupación. Di en tu interior: "Jesús, estoy aquí. Háblame." Permite que el silencio te disponga a encontrarte con Él.
Jesús resucitado reprende la incredulidad y envía a anunciar el Evangelio.
✨ Fragmento inspirador de Yo Soy "Cuando dudes de Mi poder, recuerda que vencí a la muerte por ti. Y cuando los demás no crean en tu testimonio, no temas: Yo soy el que te envía y permanece contigo." — Concepción Cabrera de Armida, “Yo Soy”
Trinidad Santísima, misterio de amor eterno, abre mi mente a la Verdad que salva, mi corazón al Amor que resucita, y mis labios para anunciarte con valentía. Que esta Lectio sea encuentro, transformación y envío. Amén.
Evangelio según San Marcos 16, 9-15 (Biblia de Jerusalén): 9 Habiendo resucitado por la mañana, el primer día de la semana, se apareció primero a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. 10 Ella fue a anunciarlo a los que habían vivido con Él, que estaban tristes y lloraban. 11 Ellos, al oír que vivía y que había sido visto por ella, no creyeron. 12 Después de esto, se manifestó en figura distinta a dos de ellos que iban caminando hacia el campo. 13 Estos volvieron a anunciarlo a los demás; pero tampoco creyeron a éstos. 14 Por último, se apareció a los Once cuando estaban a la mesa; y les reprochó su incredulidad y dureza de corazón, por no haber creído a los que le habían visto resucitado. 15 Y les dijo: "Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación." Contextualización: Jesús se aparece a sus discípulos luego de su resurrección. Reprocha su falta de fe, pero los envía a evangelizar. El mensaje es claro: aun con nuestras dudas, somos llamados a llevar la salvación.
Este pasaje refleja uno de los momentos más humanos del relato de la resurrección: la incredulidad de los discípulos. A pesar de convivir con Jesús, de escuchar sus anuncios sobre su pasión y resurrección, sus corazones están cerrados por el dolor, la confusión y el miedo. La aparición a María Magdalena, una mujer antes marginada y liberada por Jesús, y el rechazo de su testimonio por parte de los discípulos, muestra el corazón endurecido incluso de los más cercanos al Señor. Esto nos interpela: ¿a cuántos testigos ignoramos hoy porque su historia no encaja con nuestros prejuicios? Jesús no se queda en el reproche. A pesar de la incredulidad, confía en ellos. Les da la misión más grande: llevar la Buena Nueva al mundo entero. La misericordia de Cristo se impone a la debilidad humana. El Evangelio concluye con un llamado a confiar en que el anuncio transforma. Dios no busca discípulos perfectos, sino disponibles. El envío misionero no es premio a la fidelidad, sino remedio a la fragilidad.
Oración personal Señor mío, ¡cuántas veces me parezco a los discípulos! Escucho tu Palabra, conozco tus obras, y aún así dudo. El dolor, el miedo o la decepción me impiden creerte por completo. Hoy vienes a mí no con reproches hirientes, sino con un amor que sacude y levanta. Me muestras tus heridas gloriosas y me recuerdas que Tú venciste la muerte. Me invitas a creer, a confiar, a seguirte. Gracias por confiar en mí incluso cuando no lo merezco. Gracias por enviarme a anunciar tu amor, aun con mi historia rota. Hoy, Señor, te entrego mis dudas y mis temores. Aumenta mi fe. Hazme testigo fiel de tu Resurrección. Amén.
Imagina a Jesús frente a ti, mirándote con ternura y diciéndote: “Te envío”. No necesitas decir nada. Solo permanece en su presencia. Deja que su mirada sane tu incredulidad y fortalezca tu fe.
Hoy me comprometo a confiar más en los testimonios de fe de quienes me rodean. Escucharé con apertura los signos de Dios en sus vidas. No me cerraré por prejuicio o costumbre. También, compartiré al menos con una persona lo que Jesús ha hecho en mí. No necesito tener todas las respuestas; solo debo dar testimonio de su amor en mi vida. Y cuando dude, recordaré: Jesús me eligió sabiendo que soy frágil. No confía en mi perfección, sino en su poder actuando en mí.
Por quienes dudan de la fe: que el Espíritu les ilumine y encuentren razones para creer. Por los evangelizadores del mundo: que su palabra sea acompañada de signos de amor y esperanza. Por la Iglesia: que, a pesar de sus heridas, siga siendo luz de Cristo. Por los que han perdido a un ser querido: que el Resucitado les consuele con su presencia. Por mí: para que no calle el Evangelio que transforma mi vida.
Gracias, Señor, por tu paciencia infinita. Gracias por seguir apareciéndote en mi historia, en medio de mis lágrimas y mis dudas. Hoy me abrazas con tu verdad y me levantas con tu misión. Padre Nuestro... 🌹 Consagración final a la Virgen María Madre del Resucitado, tú que creíste sin ver, acompáñame en mi camino de fe. Consagro mi vida a tu amor maternal. Intercede por mí para ser fiel al Evangelio. Dios te salve, María...
El texto de Marcos 16, 9-15 forma parte del llamado “final canónico” del Evangelio según San Marcos. Aunque la crítica textual ha debatido su origen, la Iglesia lo ha reconocido como inspirado y legítimo. Su contenido condensa testimonios clave de la resurrección y el envío misionero. María Magdalena, convertida en apóstol de los apóstoles, representa la primacía del amor por sobre el prestigio. Jesús privilegia la fidelidad sencilla por encima de la jerarquía humana. La incredulidad de los discípulos sirve como contraste con la potencia del Resucitado, que se impone a la fragilidad de la comunidad. La exégesis del Magisterio insiste en que este pasaje resalta dos dimensiones de la fe cristiana: el testimonio personal y la universalidad de la misión. Todos los bautizados están llamados a anunciar, no por mérito, sino por gracia. El verbo “proclamar” en griego (κηρύσσω) implica autoridad, urgencia y verdad revelada. Desde una lectura hermenéutica, este texto interpela a toda comunidad cristiana en crisis o persecución. Jesús no busca perfectos, sino disponibles. El Evangelio, como señala Schökel, no es solo contenido, sino evento transformador en quien lo escucha con corazón abierto