📅 12/06/2025
Lucas 22, 14-20
Hoy, Jesús nos invita a contemplar el don inmenso de la Eucaristía. Bajo la intención Eucaristía, reconocemos que el Pan y el Vino consagrados son su presencia viva y real entre nosotros. Al meditar este misterio, se enciende en nosotros el deseo de comunión y entrega total.
Haz silencio. Cierra tus ojos y respira hondo. Imagina a Jesús en la última cena, mirándote con amor profundo. Entra en esa sala sagrada con Él. Deja que su voz resuene en tu interior. Su Palabra quiere habitarte. Disponte a recibir el regalo de su Cuerpo y Sangre con reverencia y humildad.
Jesús instituye la Eucaristía durante la última cena con sus discípulos.
“Yo Soy el Amor que se entrega en la Hostia. Mi Cuerpo se parte por ti. Mi Sangre te lava. ¡Tómame! Estoy ahí, esperando tu respuesta de amor.” (Yo Soy, Concepción Cabrera de Armida)
Padre, en el silencio de este día, me postro ante tu misterio. Jesús, Pan de Vida, gracias por quedarte con nosotros. Espíritu Santo, abre mi alma al don de la Eucaristía. Que al meditar esta Palabra, brote en mí un amor renovado hacia el Sacramento que nos une y transforma. Amén.
Evangelio según San Lucas 22, 14-20 (Biblia de Jerusalén) 14 Cuando llegó la hora, se puso a la mesa con los apóstoles 15 y les dijo: «Con ansia he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer; 16 porque os digo que ya no volveré a comerla hasta que halle su cumplimiento en el Reino de Dios.» 17 Tomó luego una copa, dio gracias y dijo: «Tomad esto y repartidlo entre vosotros; 18 porque os digo que, a partir de este momento, no beberé del producto de la vid hasta que llegue el Reino de Dios.» 19 Tomó luego pan, dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo: «Éste es mi cuerpo que se entrega por vosotros; haced esto en recuerdo mío.» 20 De igual modo, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es la nueva Alianza en mi sangre, que se derrama por vosotros»BIBLIA DE JERUSALEN CUA…. Contexto: Este pasaje forma parte del relato lucano de la institución de la Eucaristía, enmarcado dentro del banquete pascual. El género es narrativo-litúrgico, con una fuerte carga simbólica y teológica.
El evangelio de hoy nos sitúa en la última cena, donde Jesús instituye el mayor don: la Eucaristía. No es solo un gesto simbólico. Es una entrega real. Su Cuerpo es dado. Su Sangre, derramada. La fórmula “Haced esto en memoria mía” no es un simple recuerdo, sino una actualización perpetua del sacrificio de amor. El Catecismo enseña que en la Eucaristía “Cristo se hace presente verdadera, real y sustancialmente” (CEC 1374). San Juan Pablo II la llamó “fuente y cumbre de toda la vida cristiana” (Ecclesia de Eucharistia, n. 1). En cada misa, se repite este misterio: Dios se hace alimento. Este texto revela la profundidad del amor de Cristo: su entrega no quedó en palabras, sino que se convirtió en presencia sacramental. Cada vez que comulgamos, su Pascua se actualiza en nosotros. ¿Anhelo profundamente recibir la Eucaristía con fe y devoción? ¿Vivo la misa como un encuentro con el Amor vivo? ¿Mi vida refleja la entrega que recibo al comulgar?
Jesús Eucaristía, gracias por quedarte con nosotros. Tú eres el Pan que da vida, el Vino que alegra el alma. Hoy quiero adorarte con todo mi ser. Que mi corazón no se acostumbre a tu presencia, ni mi alma pierda el asombro ante tu humildad. Te alabo y te doy gracias. Te pido que me hagas uno contigo. Que al recibirte, viva lo que celebro y me entregue como Tú. Que seas mi alimento en la tristeza, mi fuerza en la lucha, mi alegría en el camino. Amén.
Imagina el pan partido en manos de Jesús. Escucha su voz suave: “Este es mi cuerpo”. Ve su mirada al ofrecer la copa: “Mi sangre… por ti”. Deja que esas palabras se graben en tu alma. Quédate en silencio. Solo Él y tú. Y su amor… infinito… presente… vivo.
Personal: Haré una comunión espiritual cada día, aun si no puedo asistir a misa, renovando mi deseo de recibir a Jesús. Familiar o comunitario: Invitaré a mi familia o grupo a vivir la misa con más conciencia, preparando juntos el corazón. Examen: ¿He perdido el asombro ante la misa? ¿Comulgo con fe y preparación? ¿Vivo la Eucaristía como fuente de mi vida?
Por la Iglesia, para que viva centrada en la Eucaristía como fuente de su misión. Por los sacerdotes, ministros del altar, que celebren con fervor y fidelidad. Por quienes han perdido el sentido de la misa, que redescubran su riqueza. Por los enfermos y los privados de comulgar, que reciban consuelo espiritual. Por nosotros, para que celebremos cada Eucaristía con gratitud y amor.
Gracias, Jesús, por haberte quedado con nosotros en el Pan y el Vino. Hoy renovamos nuestra entrega a Ti. Padre Nuestro… María, Mujer eucarística, ayúdanos a vivir como tú, acogiendo a Jesús con amor. Dios te salve, María…