📅 09/07/2025
Mateo 10, 1-7
Quizás hoy te preguntas si tu vida tiene una misión clara, si lo que haces realmente transforma algo. Jesús te recuerda que has sido llamado con nombre propio, como parte de su proyecto de amor. Si estás buscando discernimiento o te sientes con vocación adormecida, esta Palabra es para ti.
Coloca tu mano sobre el corazón… respira profundo… siente el silencio que te abraza. Estás en un espacio sagrado. No tienes que demostrar nada, solo disponerte a escuchar. Jesús te llama por tu nombre, como llamó a sus discípulos. Esta Lectio es tu cita con Él. Ven como estás, Él ya te espera.
Jesús llama a sus discípulos y los envía a sanar y anunciar el Reino de Dios.
"Yo Soy quien te ha elegido desde antes que tú pudieras entender tu llamado. No te fijes en tus debilidades; mi fuerza se manifiesta en ellas. Sal, porque tu nombre está escrito en el corazón de mi misión. No temas. Yo voy contigo." — Yo Soy
Trinidad Santa, en tu amor eterno me llamas hoy por mi nombre. A veces olvido que tengo una misión y me dejo llevar por la rutina. Perdóname por haber postergado tu llamado. Jesús, Maestro y Pastor, así como elegiste a doce hombres imperfectos para sanar, enseñar y proclamar, también hoy me invitas a participar en tu Reino. Abre mis oídos a tu voz. Espíritu Santo, inspírame con tu fuego. Aviva en mí el deseo de servir con alegría. María, Madre de los discípulos, acompáñame en este camino. Amén.
Evangelio según San Mateo 10, 1-7 (Biblia de Jerusalén) «Llamando a sus doce discípulos, les dio autoridad para expulsar espíritus inmundos y curar toda enfermedad y dolencia. Los nombres de los doce apóstoles son estos: el primero, Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano; Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano; Felipe y Bartolomé; Tomás y Mateo, el publicano; Santiago, el de Alfeo, y Tadeo; Simón el Cananeo y Judas Iscariote, el mismo que le entregó. A estos doce envió Jesús, después de darles estas instrucciones: “No toméis camino de gentiles ni entréis en ciudad de samaritanos; Id más bien a las ovejas perdidas de la casa de Israel. Id proclamando que el Reino de los Cielos está cerca.”»
Este fragmento pertenece al llamado "Discurso Misionero" de Mateo. Jesús elige a los Doce como nuevo símbolo de Israel, reafirmando su misión dentro del pueblo de Dios. La lista con sus nombres es más que un dato: refleja una elección concreta, personal. Jesús no llama a una multitud anónima, llama a personas reales con historias, aciertos y errores. Los verbos usados (llamar, dar autoridad, enviar) muestran que no se trata solo de pertenecer al grupo, sino de asumir una misión. El mandato de "no ir a los gentiles ni samaritanos" no es exclusión, sino una prioridad pedagógica: empezar por casa, por el pueblo de la promesa. Luego, la misión se abrirá universalmente. Preguntas guía: ¿Qué importancia tiene que Jesús conozca mi nombre? ¿Cómo veo hoy mi identidad como enviado? ¿Por qué el Reino se anuncia con gestos de sanación? Hoy, esta Palabra te recuerda que no eres espectador: eres discípulo llamado por nombre. Quizá no sientas que tienes "autoridad", pero el poder que Jesús da no es para dominar, sino para sanar. ¿Dónde hay heridas a tu alrededor que necesitan tu cercanía, tu palabra, tu presencia? Tal vez te sorprende que Jesús incluya en la lista a Judas Iscariote. Eso nos enseña que el llamado no es garantía de éxito, sino de posibilidad. Todos tenemos nuestra batalla interior, pero también la dignidad del envío. Este texto puede tocar profundamente a quienes buscan discernimiento vocacional, sienten desánimo espiritual, o están en transición de vida. No esperes a estar listo: ya has sido enviado. ¿Quién te espera hoy con una palabra que alivie, una presencia que consuele?
Jesús, cuando leo que llamaste por su nombre a cada discípulo, algo se enciende en mí. Yo también deseo escuchar mi nombre de tus labios. A veces creo que otros están más preparados, más santos, más capaces. Pero tú no buscas perfectos, buscas dispuestos. Gracias por confiar en mí. Gracias porque aún con mis limitaciones, tú me envías. Ayúdame a no poner excusas, a no esconderme detrás de mis miedos. Dame hoy un corazón valiente para decir: "Aquí estoy, Señor. Envíame a mí". Muéstrame hoy una pequeña misión. Un gesto, una palabra, una oración que lleve tu luz a alguien. Te entrego mis manos, mi tiempo, mi vida. Que mi nombre esté escrito, no solo en un grupo, sino en tu corazón.
Cierra los ojos… Imagina que Jesús está de pie frente a ti. Tiene una mirada que atraviesa toda duda. Con voz suave pero firme dice tu nombre. Sientes que algo dentro de ti despierta. No es presión, es llamado. No es imposición, es confianza. Visualiza cómo Jesús toma tu mano, la alza suavemente y te dice: “Te doy autoridad para amar, para sanar, para consolar”. Su voz no suena lejana: es íntima, cercana. Respira con Él unos segundos. No necesitas hablar. Solo recibir. Jesús cree en ti. Y te envía.
Gesto personal: Hoy escribiré el nombre de una persona a quien Dios me está enviando: puede ser alguien enfermo, triste o en búsqueda espiritual. Haré un gesto concreto hacia ella. Actitud familiar: Compartiré con mi familia el significado de sentirme llamado por Jesús. Intención comunitaria: Rezaré por los misioneros que hoy anuncian el Evangelio en lugares difíciles. Examen nocturno: ¿Viví este día como alguien llamado por Dios? ¿Actué con conciencia de misión?
Por la Iglesia: que se renueve cada día en su vocación misionera. Por el mundo: para que todos los pueblos escuchen el anuncio del Reino. Por quienes están discerniendo su vocación: que escuchen la voz de Jesús. Por nuestra comunidad: para que cada miembro descubra su llamado concreto. Por los “enviados” que se sienten débiles: que encuentren fortaleza en el Señor.
Padre Nuestro… Gracias, Señor, porque me llamas por mi nombre. Aunque no siempre comprenda mi misión, hoy me consagro a tu voluntad. Quiero vivir con la certeza de ser enviado. María, Madre y Reina de los Apóstoles, acompáñame en este camino. Enséñame a confiar, como tú, sin entenderlo todo. Dios te salve, María…
. 🏛️ Contexto histórico-literario Este pasaje marca un punto de transición en el Evangelio de Mateo. Tras mostrar a Jesús sanando y enseñando (Mt 8–9), ahora comparte su misión con los Doce. Mateo introduce por primera vez el término apóstoles, señalando una identidad específica: enviados con autoridad. El mandato de ir primero a Israel está ligado al plan salvífico de Dios que parte de la Alianza y luego se abre al mundo entero (cf. Mt 28,19). 2. 🧠 Explicación exegética y teológica a. Llamado y envío (v. 1) Jesús llama y autoriza. No es una invitación genérica, sino un acto de delegación real: los apóstoles reciben poder sobre fuerzas del mal y sobre el sufrimiento. Aquí se anticipa el ministerio apostólico de la Iglesia: enseñar, liberar y sanar. b. Lista de los Doce (vv. 2-4) Mateo los nombra en parejas (como era costumbre para enviar de dos en dos). La variedad de orígenes (pescadores, publicano, celote) muestra que el llamado de Dios no responde a méritos humanos. Resalta también la inclusión de Judas Iscariote, lo cual subraya el misterio del mal incluso dentro de la comunidad elegida. c. Destino de la misión (vv. 5-6) Jesús limita inicialmente la misión “a las ovejas perdidas de Israel”, señal de que Dios no abandona a su pueblo. Este enfoque inicial no es exclusión, sino fidelidad al orden del plan salvífico que parte del pueblo elegido. d. Contenido del anuncio (v. 7) El mensaje es claro: “El Reino de los Cielos está cerca”. No es una ideología, sino una realidad viva que exige conversión, fe, y apertura al reinado de Dios en la historia. 3. 💡 Mensaje teológico central Dios llama por nombre a los que quiere enviar. Jesús no actúa solo, sino que instituye una comunidad apostólica para continuar su obra. El Reino de Dios se anuncia no solo con palabras, sino con signos de sanación y liberación. La misión brota del encuentro con Cristo y exige fidelidad al plan de Dios, incluso en medio de la fragilidad humana. 4. 🙏 Aplicación espiritual y pastoral ¿Amo la Iglesia con sus luces y sombras, como Jesús amó a los Doce, sabiendo que uno de ellos lo traicionaría? ¿Acepto que el llamado de Dios no depende de mi perfección, sino de su misericordia y poder para obrar a través de mí? ¿Estoy atento a las “ovejas perdidas” de mi casa, mi comunidad, mi entorno? Este pasaje es clave para comprender nuestra vocación como enviados de Cristo: en la familia, en el trabajo, en la misión eclesial. Cada uno, desde su realidad, es invitado a proclamar con la vida que el Reino de Dios está cerca.