año santo 2025
🕊️ Indulgencia Plenaria
Guía Completa e Interactiva para el Año Jubilar
🙏 Arrepentimiento Sincero
Tener un corazón verdaderamente contrito y arrepentido de todos los pecados.
Cómo prepararte:
- Dedica tiempo al examen de conciencia
- Reflexiona sobre tus acciones y actitudes
- Pide perdón con sinceridad a Dios
- Proponte enmendar tu vida
✝️ Confesión Sacramental
Recibir el sacramento de la Reconciliación confesando todos los pecados graves.
Importante recordar:
- Una sola confesión puede servir para varias indulgencias
- Confesar todos los pecados mortales
- Cumplir la penitencia asignada
- Propósito firme de no pecar más
🍞 Comunión Eucarística
Recibir la Sagrada Comunión en estado de gracia y con las debidas disposiciones.
Preparación requerida:
- Estar en estado de gracia (sin pecado mortal)
- Ayunar al menos 1 hora antes
- Una comunión por cada indulgencia
- Participar dignamente en la Eucaristía
🤲 Oración por el Papa
Orar por las intenciones del Santo Padre Francisco.
Oraciones sugeridas:
- Padre Nuestro y Ave María
- Gloria al Padre
- Oración libre por sus intenciones
- Se requiere una oración por cada indulgencia
🚶♂️ Peregrinación o Obra Pía
Realizar una peregrinación a lugares jubilares o practicar obras de misericordia.
Lugares jubilares principales:
💝 Desapego del Pecado
Estar completamente desapegado de todo pecado, incluso venial.
Actitud interior necesaria:
- Rechazo total al pecado
- Deseo sincero de santidad
- Compromiso con la vida cristiana
- Apertura a la gracia de Dios
Obras de Misericordia
Dar de comer al hambriento
Dar de beber al sediento
Vestir al desnudo
Dar posada al peregrino
Visitar a los enfermos
Visitar a los presos
Enterrar a los muertos
Enseñar al que no sabe
Dar buen consejo
Corregir al que yerra
Perdonar las injurias
Consolar al triste
Sufrir con paciencia
Rogar por vivos y difuntos
Mi Progreso Jubilar
- Examen de conciencia realizado
- Confesión sacramental recibida
- Comunión eucarística recibida
- Oración por las intenciones del Papa
- Peregrinación o obra de misericordia realizada
- Desapego completo del pecado

¿Qué es la Indulgencia Plenaria?
La indulgencia es uno de los dones más preciosos que la Iglesia ofrece durante el Año Santo Jubilar. Pero, ¿qué significa exactamente? La indulgencia plenaria es la remisión total de la pena temporal debida por nuestros pecados ya perdonados. Es importante comprender que cuando nos confesamos, recibimos el perdón de nuestros pecados (remisión de la culpa), pero queda lo que llamamos “pena temporal”, que debemos purificar en esta vida o en el purgatorio.
Como explica el Papa Francisco en la Bula de Convocación del Jubileo Spes non confundit, la indulgencia es “una gracia jubilar” que “permite descubrir cuán ilimitada es la misericordia de Dios”. No es un “atajo” espiritual, sino una expresión de la infinita misericordia de Dios y del poder de la comunión de los santos.
Condiciones generales para obtener la Indulgencia Plenaria
Para obtener la indulgencia plenaria durante el Jubileo 2025, según las normas establecidas por la Penitenciaría Apostólica, se requieren las siguientes condiciones:
- Estar verdaderamente arrepentido: Tener un corazón sinceramente contrito.
- Confesión sacramental: Acercarse al sacramento de la Reconciliación, confesando todos los pecados graves.
- Comunión eucarística: Recibir la Sagrada Comunión dignamente.
- Oración por las intenciones del Papa: Dedicar un tiempo a orar por las intenciones del Santo Padre.
- Estar en espíritu de desapego de todo pecado: Incluso de los veniales.

Es importante recordar que con una sola confesión sacramental se pueden ganar varias indulgencias plenarias, pero con una sola comunión eucarística y una sola oración por las intenciones del Sumo Pontífice sólo se puede ganar una indulgencia plenaria.
Formas específicas de obtener la Indulgencia durante el Jubileo 2025
1. Peregrinación a lugares jubilares
La primera y más tradicional manera de obtener la indulgencia jubilar es realizar una peregrinación a un lugar sagrado. Durante el Jubileo 2025, podrás obtener esta gracia visitando:
En Roma:
- Las cuatro Basílicas Papales Mayores: San Pedro, San Juan de Letrán, Santa María la Mayor y San Pablo Extramuros.
- Otros lugares sagrados como la Basílica de la Santa Cruz en Jerusalén, la Basílica de San Lorenzo, la Basílica de San Sebastián, el Santuario del Divino Amor, y las iglesias de los caminos jubilares.
En tu diócesis local:
- La Catedral de tu diócesis u otros templos designados por el obispo como iglesias jubilares.
- Santuarios y lugares de peregrinación reconocidos.
A nivel mundial:
- Las Basílicas Papales menores de Asís (San Francisco y Santa María de los Ángeles).
- Basílicas Pontificias como la Virgen de Loreto, la Virgen de Pompeya, San Antonio de Padua.
- Cualquier Basílica menor designada para el Jubileo.
Al visitar estos lugares, deberás participar en una celebración litúrgica o un ejercicio de piedad (como el Vía Crucis, el Rosario, la Coronilla de la Divina Misericordia), o permanecer en oración durante un tiempo adecuado, concluyendo con el Padre Nuestro, la Profesión de Fe e invocaciones a la Virgen María.
2. Obras de misericordia y penitencia
El Jubileo es un tiempo propicio para practicar las obras de misericordia. La Penitenciaría Apostólica establece que los fieles pueden obtener la indulgencia plenaria realizando alguna de estas obras:
- Obras de misericordia corporales: Visitar a los enfermos, a los presos, dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento, vestir al desnudo, dar posada al peregrino, enterrar a los muertos.
- Obras de misericordia espirituales: Enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, corregir al que yerra, perdonar las injurias, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, rogar a Dios por los vivos y difuntos.
Al realizar estas obras como expresión de verdadera conversión, podemos obtener la indulgencia jubilar.
3. Para quienes no pueden peregrinar
La Iglesia, madre misericordiosa, no olvida a aquellos que no pueden realizar peregrinaciones físicas debido a enfermedad, edad avanzada, reclusión u otros impedimentos graves. Estos fieles pueden obtener la indulgencia jubilar:
- Uniéndose espiritualmente a las celebraciones jubilares a través de los medios de comunicación.
- Ofreciendo sus sufrimientos y dificultades.
- Recitando en su hogar o donde se encuentren el Padre Nuestro, la Profesión de Fe y otras oraciones conformes a las finalidades del Año Santo.
4. Momentos especiales durante el Jubileo
Habrá celebraciones y eventos específicos durante el Año Santo que ofrecerán la oportunidad de obtener la indulgencia plenaria. Algunos de estos momentos serán:
- La apertura y clausura del Año Santo.
- Celebraciones específicas para diferentes grupos (jóvenes, familias, enfermos, etc.).
- Fechas litúrgicas relevantes dentro del calendario jubilar.
Es recomendable estar atento al calendario oficial del Jubileo para no perder estas oportunidades especiales.
Consejos prácticos para aprovechar al máximo esta gracia
Prepárate con tiempo
No dejes tu confesión para el último momento. Dedica tiempo a un buen examen de conciencia, quizás haciendo un retiro espiritual o buscando la guía de un director espiritual.
Lleva un “diario jubilar”
Puede ser útil llevar un registro de tus experiencias, reflexiones y gracias recibidas durante el Jubileo. Esto te ayudará a profundizar en tu vivencia espiritual y a recordar este tiempo de bendición.
Planifica tu peregrinación
Si tienes la intención de peregrinar a Roma o a otro santuario, planifícalo con antelación. No olvides que lo importante no es “coleccionar” lugares visitados, sino la actitud interior de conversión y oración.
Vive la caridad concreta
La indulgencia no es un mero trámite espiritual. Debe ir acompañada de un verdadero espíritu de caridad y servicio. Busca formas concretas de ayudar a los más necesitados como parte de tu vivencia jubilar.
Profundiza en tu formación
Aprovecha el Jubileo para profundizar en tu conocimiento de la fe. Lee la Biblia, estudia el Catecismo, participa en conferencias o cursos sobre temas relacionados con el Jubileo y la misericordia de Dios.
La indulgencia como expresión de la comunión de los santos
Es importante comprender que la indulgencia no es una “fórmula mágica” ni un simple ritual. Es una expresión de la comunión de los santos, donde el tesoro espiritual de la Iglesia —los méritos infinitos de Cristo y los de la Virgen María y los santos— se comparte con todos los fieles.
Al obtener una indulgencia, participamos de esta comunión y nos beneficiamos de la santidad de toda la Iglesia. A su vez, nosotros estamos llamados a contribuir a este tesoro con nuestra propia santidad y buenas obras.
Aplicación de la indulgencia por los difuntos
Una dimensión especialmente hermosa de la indulgencia es que podemos aplicarla no solo a nosotros mismos, sino también a las almas del purgatorio. Esto es una expresión maravillosa de caridad, que extiende nuestra preocupación más allá de nosotros mismos, hacia aquellos que no pueden ayudarse a sí mismos.
Durante el Jubileo, considera ofrecer algunas de tus indulgencias por tus seres queridos difuntos u otras almas que puedan necesitar esta ayuda espiritual.
Conclusión: La indulgencia como camino de esperanza
La indulgencia jubilar nos recuerda que la misericordia de Dios no tiene límites. Es un don que nos libera del peso de nuestros pecados pasados y nos ayuda a mirar hacia el futuro con esperanza renovada.
Como “Peregrinos de Esperanza” —lema del Jubileo 2025— estamos invitados a experimentar plenamente esta gracia extraordinaria, permitiendo que transforme nuestra vida y nos acerque más a Dios y a nuestros hermanos.
El Jubileo 2025 es una oportunidad única para experimentar el poder sanador y liberador de la misericordia divina. No dejemos pasar esta gracia sin aprovecharla al máximo.
Lectio Divina: La gracia del perdón y la indulgencia
Texto bíblico: Lucas 15, 11-24 (El hijo pródigo)
“Un hombre tenía dos hijos. El menor dijo a su padre: ‘Padre, dame la parte de la herencia que me corresponde’. Y él les repartió los bienes. A los pocos días, el hijo menor recogió todo lo suyo, se marchó a un país lejano y allí malgastó toda su fortuna viviendo como un libertino.
Cuando gastó todo, sobrevino una gran hambre en aquella región y él comenzó a pasar necesidad. Fue y se puso al servicio de un hombre de aquel país, que lo envió a sus campos a cuidar cerdos. Deseaba llenarse el estómago con las algarrobas que comían los cerdos pero nadie se las daba.
Entonces reflexionó y se dijo: ‘¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan de sobra mientras yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. Ya no merezco llamarme hijo tuyo; trátame como a uno de tus jornaleros’. Se levantó y se puso en camino hacia la casa de su padre.
Cuando aún estaba lejos, su padre lo vio, se conmovió profundamente, corrió a su encuentro, se echó a su cuello y lo cubrió de besos. El hijo le dijo: ‘Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo’.
Pero el padre dijo a sus criados: ‘Traed enseguida la mejor túnica y vestidlo; ponedle un anillo en la mano y sandalias en los pies. Traed el ternero cebado y matadlo. Celebremos un banquete, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y ha sido encontrado’. Y se pusieron a celebrarlo.”
1. LECTIO (Lectura)
Leemos lentamente esta parábola tan conocida, prestando especial atención a cada detalle. La historia del hijo pródigo o del padre misericordioso es quizás la expresión más hermosa del amor incondicional de Dios y de su infinita misericordia. Fijémonos en el proceso interior del hijo: reconocimiento del error, arrepentimiento, decisión de volver, confesión del pecado; y en la actitud del padre: espera vigilante, acogida inmediata, restauración plena de la dignidad del hijo, celebración festiva.
2. MEDITATIO (Meditación)
Reflexionemos sobre esta parábola a la luz del don de la indulgencia jubilar:
- El reconocimiento de nuestra condición: Como el hijo pródigo, a veces nos alejamos de la casa del Padre, buscando una falsa libertad que termina en esclavitud. La indulgencia comienza con este reconocimiento sincero de nuestra situación de pecado.
- El arrepentimiento verdadero: El hijo “entró en sí mismo”, hizo un examen de conciencia honesto. La indulgencia requiere un corazón verdaderamente arrepentido, no un simple cumplimiento de requisitos externos.
- La decisión de volver: “Me levantaré, iré a mi padre.” La conversión implica una decisión firme, un cambio de dirección, un ponerse en camino. La indulgencia jubilar nos invita a este movimiento de retorno a Dios.
- La humilde confesión: “Padre, he pecado contra el cielo y contra ti.” El hijo no busca excusas, reconoce plenamente su culpa. La confesión sacramental, requisito para la indulgencia, debe tener esta misma sinceridad y humildad.
- La acogida del padre: El padre no espera que el hijo llegue, corre a su encuentro. Así es Dios con nosotros: no espera pasivamente nuestro retorno, sino que sale a nuestro encuentro, facilitando nuestra reconciliación.
- La restauración de la dignidad: El padre devuelve al hijo todos los signos de su dignidad: la túnica (identidad restaurada), el anillo (autoridad), las sandalias (libertad). La indulgencia no es solo el perdón de una deuda, sino la plena restauración de nuestra dignidad de hijos de Dios.
- La fiesta: La reconciliación culmina en un banquete de celebración. La Eucaristía, parte esencial del proceso de la indulgencia, es ese banquete donde celebramos nuestra vuelta a la casa del Padre.
3. ORATIO (Oración)
Desde nuestro corazón, elevamos a Dios nuestra oración:
Padre misericordioso, como el hijo pródigo, reconozco que a menudo me he alejado de ti, buscando mi felicidad lejos de tu presencia.
Te doy gracias porque siempre me esperas con los brazos abiertos, dispuesto a perdonarme y a restaurar mi dignidad de hijo amado.
En este Año Jubilar, te pido la gracia de un corazón arrepentido, capaz de reconocer su pecado y deseoso de experimentar tu perdón.
Ayúdame a valorar el don de la indulgencia que nos ofreces a través de tu Iglesia, no como un simple rito a cumplir, sino como una experiencia profunda de tu misericordia que todo lo renueva.
Dame la humildad para confesar mis pecados, la gratitud para recibir tu perdón, y la generosidad para compartir con otros el amor que tú me das sin medida.
Amén.
4. CONTEMPLATIO (Contemplación)
Permanecemos en silencio, contemplando la imagen del Padre que corre al encuentro de su hijo y lo abraza. Nos dejamos envolver por ese abrazo misericordioso, sintiendo cómo restaura nuestra dignidad y nos llena de paz. Contemplamos también la alegría del banquete, la celebración por el hijo que ha vuelto a casa, e imaginamos la fiesta en el cielo por cada pecador que se convierte.
5. ACTIO (Acción)
Como fruto concreto de esta Lectio Divina, nos comprometemos a:
- Preparar una buena confesión: Dedicar tiempo a un examen de conciencia profundo, quizás haciendo un retiro espiritual, para preparar una confesión que sea verdaderamente liberadora.
- Planificar nuestra participación en el Jubileo: Decidir cuándo y cómo participaremos en las celebraciones jubilares para obtener la indulgencia plenaria.
- Reconciliarnos con alguien: Identificar alguna relación rota en nuestra vida y dar pasos concretos hacia la reconciliación, como el padre de la parábola hizo con su hijo.
- Celebrar el perdón: Después de recibir el sacramento de la Reconciliación y la indulgencia jubilar, organizar algún momento de celebración, recordando que el perdón es motivo de alegría y fiesta.
- Compartir la experiencia: Contar a otros la alegría del perdón recibido, invitándolos a experimentar también la misericordia de Dios a través de la indulgencia jubilar.
Que este Año Jubilar 2025 sea para todos nosotros un verdadero tiempo de gracia, en el que experimentemos, como el hijo pródigo, el abrazo misericordioso del Padre y la alegría de volver a casa.