Lectio Divina Lucas 10, 25-37

📅 06/10/2025

📜 Evangelio del Día

Lucas 10, 25-37

✨ Motivación

Jesús narra una historia que toca el corazón: un hombre herido, olvidado por muchos, pero levantado por la compasión de uno solo. Si sientes indiferencia o te cuesta mirar el dolor ajeno, este momento de oración es una invitación a descubrir que amar al prójimo es dejar que Dios ame en ti.

📖 Introducción

Antes de comenzar, busca una postura tranquila. Cierra los ojos y respira lentamente, dejando que el aire renueve tu interior. Siente cómo tu corazón se aquieta y tu mente se abre. El Señor está aquí, esperando hablarte en lo más profundo. No tienes que fingir nada, solo estar presente. Deja que su Palabra toque tus heridas y despierte tu compasión.

📝 Descripción

Jesús revela que amar verdaderamente al prójimo es el camino hacia la vida eterna.

💬 Cita Yo Soy

Yo soy la Compasión viva que se inclina sobre tus heridas. No paso de largo ante tu dolor; me detengo, te curo y te cargo sobre mis hombros. Así quiero que ames tú: no con palabras, sino con actos que sanan y consuelan. Yo soy el amor que se hace camino en ti.

🙏 Oración Inicial

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Señor Jesús, Maestro y Camino, ven a enseñarme a amar como Tú. Reconozco que muchas veces mi corazón se endurece y paso de largo ante el sufrimiento. Derrama tu Espíritu Santo sobre mí, para que abra mis ojos y vea a mis hermanos con tu mirada. Que tu ternura me transforme en instrumento de consuelo y esperanza. María, Madre de la misericordia, enséñame a servir con tu corazón puro y generoso. Amén.

📖 Lectio

Evangelio según san Lucas 10, 25-37 (Biblia de Jerusalén) En aquel tiempo, se levantó un doctor de la Ley y, para poner a prueba a Jesús, le dijo: —“Maestro, ¿qué debo hacer para heredar la vida eterna?” Él le dijo: —“¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?” Respondió: —“Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente; y a tu prójimo como a ti mismo.” Jesús le dijo: —“Has respondido bien; haz eso y vivirás.” Pero el doctor, queriendo justificarse, dijo a Jesús: —“¿Y quién es mi prójimo?” Jesús respondió: —“Un hombre bajaba de Jerusalén a Jericó, cayó en manos de bandidos, que lo despojaron, lo hirieron y se fueron, dejándolo medio muerto. Casualmente bajaba por aquel camino un sacerdote; al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Lo mismo un levita, al llegar al lugar, lo vio y pasó de largo. Pero un samaritano, que iba de viaje, llegó junto a él, y al verlo tuvo compasión; se acercó, vendó sus heridas, echándoles aceite y vino, lo montó sobre su propia cabalgadura, lo llevó a una posada y cuidó de él. Al día siguiente, sacó dos denarios, los dio al posadero y dijo: ‘Cuida de él, y lo que gastes de más te lo pagaré a mi regreso.’ ¿Cuál de estos tres te parece que fue prójimo del que cayó en manos de los bandidos?” Él respondió: —“El que practicó la misericordia con él.” Jesús le dijo: —“Vete y haz tú lo mismo.”

🧘 Meditatio

Lucas sitúa esta parábola dentro del camino hacia Jerusalén, donde Jesús enseña el corazón de la Ley: el amor activo. El doctor de la Ley busca definiciones, pero Jesús le ofrece un relato concreto. El contraste entre el sacerdote, el levita y el samaritano —considerado extranjero— muestra que la verdadera religión no se mide por el culto, sino por la compasión. El samaritano encarna el amor de Dios que se detiene ante la herida humana. El Evangelio transforma la pregunta “¿Quién es mi prójimo?” en “¿De quién puedo hacerme prójimo?”. Jesús hoy te dice: “Ve y haz tú lo mismo”. No te pide grandes hazañas, sino un corazón que se deje mover por el dolor ajeno. Tal vez no te cruzas con un herido en el camino, pero sí con un vecino solo, un compañero que calla su tristeza, un familiar que espera comprensión. Tu “Jerusalén a Jericó” puede ser tu día normal: el trabajo, el tráfico, la casa. En ese trayecto cotidiano se esconden los heridos de hoy. El sacerdote y el levita representan la indiferencia que a veces también te toca. El samaritano, en cambio, te enseña el arte de detenerte. La misericordia no es lástima, es amor que actúa. ¿En qué área de tu vida necesitas especialmente esta Palabra? Quizás el Señor te llama a reconciliarte, a perdonar, o simplemente a escuchar sin juzgar. No puedes curar todas las heridas del mundo, pero sí puedes comenzar por una: la que tienes delante. Deja que el Espíritu te muestre a quién debes acercarte hoy. Allí descubrirás que amar es vivir.

🙌 Oratio

Señor Jesús, a veces paso de largo ante el dolor de los demás porque tengo prisa o miedo. Hoy me miras y me dices: “Detente y ama.” Gracias por mostrarme tu compasión en cada persona herida. Te pido que ablandes mi corazón, que me enseñes a servir sin esperar nada a cambio. Dame ojos para ver, manos para ayudar y tiempo para acompañar. Te ofrezco mi vida, Señor, para que sea posada donde otros encuentren descanso. Amén.

🕊️ Contemplatio

magínate caminando por el mismo camino de Jerusalén a Jericó. Ves al hombre herido y escuchas el susurro de Jesús: “Haz tú lo mismo.” Siente cómo tu corazón se conmueve. Te acercas, limpias sus heridas, lo cargas con cuidado. En su rostro ves el de Cristo. Permanece ahí, en silencio, dejando que la compasión de Dios fluya por ti.

🤝 Compromiso

Hoy haré un gesto concreto de misericordia: visitaré o llamaré a alguien que esté solo o enfermo. En casa, escucharé con paciencia y ternura a quien lo necesite. En comunidad, colaboraré en una obra o servicio de ayuda. Por la noche me preguntaré: ¿me detuve hoy ante alguna herida o pasé de largo?

📢 Peticiones

movidos por el amor que Jesús nos enseña, presentemos nuestras súplicas al Padre con confianza. 1️⃣ Por la Iglesia, para que sea signo de compasión y misericordia en el mundo. Roguemos al Señor. 2️⃣ Por los que sufren en soledad o enfermedad, para que encuentren alivio en la ayuda fraterna. Roguemos al Señor. 3️⃣ Por quienes sirven a los más pobres y olvidados, para que el Señor fortalezca su entrega. Roguemos al Señor. 4️⃣ Por nuestras familias, para que el amor sea más fuerte que las diferencias. Roguemos al Señor. 5️⃣ Por cada uno de nosotros, para que aprendamos a amar como el Buen Samaritano. Roguemos al Señor.

🛐 Oración de Consagración

Gracias, Señor, por recordarme que el amor es el camino más corto hacia Ti. Quiero vivir el Padrenuestro con gestos concretos de misericordia. Madre Santísima, refugio de los heridos del alma, consagro a tu corazón mis manos y mi tiempo para servir con ternura. Que tu ejemplo me inspire a actuar siempre por amor. Rezo contigo un Avemaría, confiando en que todo acto de caridad florece en el cielo. Amén.

📖 Hermenéutica

Contexto histórico-literario: La parábola del Buen Samaritano es exclusiva del evangelio de Lucas, y se enmarca en el camino de Jesús hacia Jerusalén (Lc 9,51–19,27). Lucas muestra a un Maestro que revela el verdadero sentido de la Ley: el amor que se traduce en obras. El género es parabólico, pedagógico y teológico. A diferencia de los rabinos, Jesús no responde con teoría, sino con una historia que desarma los prejuicios religiosos. Exégesis lingüística y simbólica: El término griego splagchnízomai (“se conmovió en sus entrañas”) expresa la compasión visceral de Dios. El “camino de Jerusalén a Jericó” —de unos 27 km— era peligroso y empinado: imagen del descenso de la humanidad herida. El sacerdote y el levita representan una religiosidad ritual que evita el contacto con lo impuro. El samaritano, considerado enemigo por los judíos, se convierte en figura de Cristo mismo, el que se acerca, sana, carga y paga el precio de la salvación. El aceite y el vino simbolizan los sacramentos que curan las heridas del pecado; la posada, la Iglesia, que acoge y restaura. Interpretación patrística y magisterial: San Agustín ve en el hombre herido a Adán, en el samaritano a Cristo, y en la posada a la Iglesia. San Ambrosio dice que “Cristo se inclinó sobre la humanidad caída para sanarla con su gracia.” San Juan Pablo II, en Dives in Misericordia, recuerda que la parábola es el rostro concreto de la misericordia divina. El Papa Francisco, en Fratelli Tutti, la presenta como el corazón del cristianismo: un amor sin fronteras. Aplicación pastoral contemporánea: Hoy este texto interpela a una sociedad fragmentada. El herido de nuestro camino puede ser el migrante, el anciano abandonado, el joven desorientado o el prójimo que piensa distinto. El Evangelio invita a pasar de la indiferencia al compromiso, del miedo al encuentro. En cada “otro” se oculta Cristo esperando ser amado. Para las familias, es una llamada a reconciliarse; para las comunidades, un examen de su caridad real. Ser prójimo no es un ideal romántico: es un estilo de vida que brota de un corazón habitado por Dios. En la misericordia concreta se juega la credibilidad de nuestra fe.

🎥 Video Reflexión