📅 15/07/2025
Mateo 11, 20-24
A veces nos cuesta ver las bendiciones que ya están frente a nosotros. Este Evangelio es una llamada urgente al discernimiento y a la conversión. Si sientes que Dios te ha hablado muchas veces y aún no respondes, hoy es el día para volver a Él con todo tu corazón.
Coloca tu mano en el corazón… siente tu respiración… no estás solo. El Señor te ha llamado a este momento. No importa cuántas veces hayas ignorado su voz; hoy Él vuelve a hablarte. Deja que su Palabra te encuentre, justo ahí donde estás, y prepárate para escucharla con el alma abierta.
Jesús reprocha la falta de conversión de ciudades que fueron testigos de sus milagros.
«Aunque me hayas visto, aunque me hayas oído, no me has reconocido. Pero Yo estoy aquí, llamando suavemente tu nombre, esperando tu respuesta. No temas mirar hacia dentro: es ahí donde deseo entrar.» – Yo Soy, Conchita
Padre Santo, hoy venimos a ti con humildad. Sabemos que muchas veces hemos recibido tus bendiciones sin cambiar nuestro corazón. Jesús, Palabra viva, háblanos hoy con fuerza. Espíritu Santo, ilumina nuestras sombras, despierta nuestra conciencia dormida. Madre María, enséñanos a escuchar como tú, con sencillez y entrega. Amén.
Evangelio según san Mateo 11, 20-24 Entonces se puso a recriminar a las ciudades donde había hecho la mayoría de sus milagros, porque no se habían convertido: «¡Ay de ti, Corazín! ¡Ay de ti, Betsaida! Porque si en Tiro y en Sidón se hubieran hecho los milagros realizados en vosotras, hace tiempo que se habrían convertido con sayal y ceniza. Pues bien, os digo que el día del Juicio habrá menos rigor para Tiro y Sidón que para vosotras. Y tú, Cafarnaúm, ¿piensas escalar el cielo? ¡Hasta el Hades bajarás! Porque si en Sodoma se hubieran hecho los milagros realizados en ti, aún existiría el día de hoy. Por eso os digo que en el día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma que para ti»ejemplo de Hora Santa
Jesús habla con dureza a ciudades privilegiadas por su presencia, pero indiferentes a su mensaje. Cafarnaúm, Corazín y Betsaida, a pesar de haber sido testigos de milagros, no se convirtieron. Jesús compara su falta de respuesta con la actitud que habrían tenido ciudades paganas. Esto revela el peso de la responsabilidad espiritual: cuando Dios se revela con claridad, también crece el llamado a responder. Para los primeros cristianos, estas palabras eran advertencia y consuelo: consuelo porque la gracia no está limitada a los privilegiados; advertencia, porque la indiferencia frente al don es juicio. ¿Qué palabra o frase de Jesús te confronta más hoy? ¿Qué milagros de Dios has visto tú, y aún no han transformado tu corazón? ¿Cómo te habla esta advertencia sobre tu vida espiritual y decisiones? Tú también has sido testigo de muchos signos de Dios. ¿Cuántas veces ha respondido a tus súplicas? ¿Cuántas veces te ha perdonado, consolado, provisto? Y sin embargo, como en Cafarnaúm, puedes estar tan acostumbrado a su presencia que ya no te conmueve. Hoy el Señor te invita a despertar, a volver a esa primera mirada de amor, a reconocer que su paciencia no es indiferencia. No esperes una tragedia o pérdida para darte cuenta de su cercanía. Esta Palabra es para ti si llevas tiempo en tibieza espiritual, si tu corazón se ha endurecido por la rutina o la queja. ¿En qué parte de tu vida sigues posponiendo tu conversión? ¿Qué milagros recientes has olvidado agradecer? Este texto no quiere asustarte, sino impulsarte: todavía hay tiempo, y Jesús sigue esperando tu sí.
Jesús amado, me duele reconocerme en Cafarnaúm. He escuchado tu voz, he visto tus obras, y aún así me resisto a cambiar. Perdona mi corazón lento, mi mente distraída, mi voluntad temerosa. No quiero ser contado entre los indiferentes, entre los que desperdiciaron la gracia. Te pido que enciendas en mí el fuego del primer amor, que despierte y me haga volver a ti con decisión. Gracias por no rendirte conmigo. Gracias por esta nueva oportunidad. Hoy te digo: sí, Señor, quiero convertirme. No quiero seguir igual.
Mira a Jesús de pie en la plaza de tu ciudad. Observa con tristeza cómo la gente lo ignora. Él te ve. Te mira a ti, con compasión, no con enojo. Acércate. Siéntate a sus pies. Escucha cómo su corazón late esperando tu regreso. No digas nada. Solo quédate ahí. Su presencia basta. Él te ama, incluso en tu indiferencia.
Hoy haré un examen de conciencia sobre mi respuesta al amor de Dios. ¿Dónde he sido tibio? ¿Qué milagros he olvidado agradecer? Me comprometo a hacer un pequeño acto de conversión: una confesión pendiente, una reconciliación familiar, un cambio de actitud. Además, oraré por alguien que ha recibido mucho de Dios pero aún no lo reconoce. Por la noche, me preguntaré: ¿A qué me llamó Dios hoy y cómo respondí?
Por la Iglesia, para que no se canse de llamar a la conversión con amor y verdad. Por nuestros gobernantes, para que escuchen la voz de Dios en sus decisiones. Por los que han cerrado el corazón a Dios, que experimenten su misericordia. Por nuestra comunidad, para que seamos agradecidos por los milagros cotidianos. Por los tibios en la fe, que el fuego del Espíritu los despierte.
Gracias, Señor, por tu Palabra viva. Aunque muchas veces no he respondido, hoy quiero volver a Ti. Te ofrezco mi vida entera. Padre Nuestro... Dios te salve, María, llena eres de gracia… Santa María, madre mía, no me dejes solo en este camino. Enséñame a escuchar, a amar y a obedecer. Amén.
Este pasaje de Mateo 11, 20-24 revela con fuerza el tema del juicio ante la indiferencia. Jesús no lanza estas palabras con enojo sino con profunda tristeza. Las ciudades mencionadas habían visto grandes prodigios, y sin embargo no hubo conversión. San Juan Crisóstomo comenta que “cuanto mayor el honor recibido, mayor la deuda de gratitud” (Hom. in Mattheum). El Catecismo también señala que el rechazo consciente de la gracia es una forma de cierre al Espíritu Santo (CEC 1864). Desde la hermenéutica, este texto pertenece al género de las invectivas proféticas, que en la tradición bíblica buscan sacudir al oyente para impulsarlo a la vida. Croatto lo diría así: no es un texto que “dijo” algo, sino uno que aún “dice”, que exige una relectura desde nuestra vida personal y comunitariaCroatto, J. S., Hermené…. Este pasaje también nos recuerda que los milagros no siempre generan fe; lo que transforma es el encuentro interior. Como enseña el Papa Francisco: “Dios no se impone, se propone, y espera nuestra respuesta con paciencia”. Esta Palabra es una llamada urgente a no posponer más nuestra conversión.